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Hoy es el primer día de la Janucá 2017

Noticias de Udigital
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Hoy es el primer día de Hanukkah (o Janucá) —una festividad de ocho días consecutivos, y quizás la celebración judía más conocida—.

Aunque se remonta 2.200 años atrás, Janucá es una de las celebraciones judías anuales más nuevas, y ni siquiera aparece en la biblia hebrea. El evento histórico que marca su origen se recoge en los libros postbíblicos de los macabeos, que aparece en el canon bíblico católico, pero que no se considera parte de la Biblia por los judíos y muchas de las denominaciones protestantes.

Basándose en el modelo greco-romano de festejar los triunfos militares, Janucá se instauró en el año 164 a. de C. para conmemorar la victoria de los macabeos —un desarrapado ejército judío— contra la poderosa tropa del rey Antíoco IV de Siria.

En 168 a. de C. Antíoco prohibió el judaísmo y obligó a quienes profesaban esa fe a adoptar rituales paganos y a asimilar la cultura griega; pero los macabeos se alzaron en contra de esta persecución. Tomaron la ciudad de Jerusalén y retiraron los símbolos de culto pagano de los templos, reinstaurando así el culto ordenado por dios en la biblia hebrea, que Antíoco había atacado.

No obstante, este triunfo militar no duró mucho. Los descendientes de los macabeos —la dinastía hasmonea— violaron constantemente sus propias leyes y tradiciones judías.
Y lo que es aún más: los siglos posteriores fueron testigo de la devastación que se produjo cuando los judíos trataron de emular los logros de los macabeos. Por aquel entonces, Roma controlaba la tierra de Israel y los judíos se levantaron contra este poder opresor extranjero en dos revueltas: entre el 68 y 70 d. de C. y entre el 133 y el 135 d. de C.

La primera de estas rebeliones culminó en la destrucción del segundo templo de Jerusalén, centro del culto judío, que se había mantenido en pie durante 600 años. Durante el segundo levantamiento, Jerusalén acabó devastada e innumerables judíos fueron condenados a muerte.

La guerra ya no parecía una solución efectiva a las tribulaciones de los judíos a lo largo de la historia.
Lo que necesitaban, predicaron los rabinos, no era la batalla sino la perfecta observancia de la ley moral y el ritual de dios. Esto conduciría a la intervención de Dios para restaurar el control del pueblo judío sobre su tierra y su destino.

En este contexto los rabinos se replantearon el origen de Janucá como una celebración de la victoria militar. En su lugar, dijeron, esta celebración debía conmemorar el milagro ocurrido durante la restauración del templo por parte de los macabeos: la historia que debía contarse a partir de ese momento era la de cómo una jarra de aceite que alcanzaba solo para un día de luz, iluminó la Luz Eterna ('Ner Tamid') del templo durante ocho días enteros, el tiempo suficiente para poder producir una nueva remesa de aceite ritual. [La luz eterna debe permanecer siempre encendida].

La versión más reciente de esta historia aparece en el Talmud, en un documento del siglo VI. Desde ese momento, Janucá celebra el milagro de Dios en lugar de la victoria militar de los macabeos.

Esto se simboliza encendiendo un candelabro de ocho brazos (más uno noveno situado en el centro), que se llama menorá o hanukkiah, prendiendo una vela la primera noche de la celebración de la Janucá y prendiendo una nueva vela cada noche hasta completar las ocho velas al finalizar los ocho días de fiesta. La novena vela de la menorá se utiliza para encender las demás.

 

 

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